Desarrollar una cultura de la innovación en la empresa es fundamental para alcanzar la excelencia empresarial. Aprender de los mejores es casi un deber en cuanto a cómo desarrollar compañías que perduren en el tiempo gracias a haber desarrollado una cultura de creación permanente de valor, cuestionándose el status quo de manera recurrente.
En este artículo vamos a ver cuales son, a mi entender, las 3 claves necesarias para desarrollar una cultura de la innovación.
Primera clave: la inmersión en vuestro ADN corporativo
La curiosidad, la inconformidad, la sana ambición por aprender y por crecer es la base de la cultura y, por lo tanto, no sólo una forma sólo de hacer empresa sino de «ser empresa» y, por supuesto, de ser persona. Sólo si somos así nos comportaremos así y por tanto podremos estar seguros de que forma parte del ADN corporativo. Todo surge desde el que se inicia el proyecto, del empresario, del visionario. Desde lo más profundo de su ser nace la necesidad de crear, de aprovechar una oportunidad que detecta en el mercado y que lucha lo indecible para darle forma. El mercado demanda un servicio, un producto y desde ahí se comienza.
Por su puesto conforme esa idea se va desarrollando y tomando forma, se va rodeando de método, de rigor, de procesos, de orden. Imprescindible para perfilar los detalles, para medir los esfuerzos, para comprometer los recursos y para objetivar las decisiones. En esta fase el reto se convierte en mantener esa dualidad en la gestión, creatividad, intuición y ambición con rigor y planificación, sin olvidar el para qué de lo que hacemos. Lo importante no es lo que hacemos sino para qué y cómo lo hacemos.
Segunda clave: rectificar a tiempo
El éxito es el encadenamiento de errores de los que te levantas. Ser empresario conlleva una persistencia en tus propósitos, en tus objetivos. Dirigir pensado en la estrategia se convierte en una máxima en la gestión excelente. Ejecución y observación del entorno para pivotar y corregir el rumbo teniendo claro donde quiero llegar, sin darnos tiempo a saborear los éxitos, cada vez más efímeros, de charco azul en charco azul. Pararnos es retroceder, todo cambia demasiado rápido.
La dirección, la propiedad se deben convertir en punta de lanza del cambio, de la innovación, del inconformismo y permitiendo que las personas, que los equipos se equivoquen pronto y barato. Facilitar la generación de ideas, permitir que se creen equipos de trabajo “voluntarios” y alienados con lo que la empresa necesita, lo que el cliente demanda. Generar un ejército de voluntarios que más allá de su día a día, de sus responsabilidades quieran mejorar su entorno. A las personas nos gusta aportar, nos gusta sentirnos escuchas y valoradas, nos gusta contribuir y entregar. El reto es canalizar toda esta energía hacia el bien común de la organización, porque hemos transmitido muy claramente a todos hacia dónde vamos y para qué existimos.
Tercera clave: equipo
Rodearnos de los mejores talentos, externo e internos. Todo va demasiado rápido para entender que todo el conocimiento está dentro de la organización. Es imprescindible abrirse al exterior, colaborar y captar talento nuevo que se mezcle con el veterano permite generar nuevas ideas que puedan aterrizarse en la empresa y al mismo tiempo incluso generar otras nuevas.
Atreverse a hacerse la reflexión, si hoy naciera y pudiera escoger de todo lo que hoy es la empresa sólo lo que me interesa y combinarlo con lo que vemos que hay fuera, ¿Cómo sería?. Quitarnos ataduras nos da realmente una visión clara de las oportunidades que sin duda otro va a poner en marcha si no lo haces tú.
¿Te atreves? Sin duda, ponte en marcha porque en el camino es donde se aprende. Te ayudamos a crear tu cultura de innovación. ¿Empezamos?