Tras 20 años conociendo más de 200 empresas de distintos tamaños, sectores, grados de evolución y lugares, una de las cosas que más me sorprende es la poca comunicación que existe dentro de las empresas, y fundamentalmente entre departamentos.
Podemos pensar que unos procesos bien definidos aseguran que el negocio funciona, y que una buena comunicación es algo secundario, pero no es así, y de hecho, me atrevo a decir que tener una buena comunicación puede llegar a ser una ventaja competitiva de una empresa por el potencial de eficiencia interna que desencadena:
La comunicación mejora cuando hay más datos e información, de hecho la comunicación interna en la empresa se trata de compartir datos e información. Este simple hecho ahorra multitud de disfunciones, acelera decisiones y, por tanto, hace que la entrega de la propuesta de valor al cliente sea más rápida, más completa y más eficiencia. Tiene, además, otras ventajas:
- Incrementa la rapidez de respuesta, acerca y hace presente al cliente en toda la empresa.
- Incrementa la independencia, reduce las dudas, las preguntas y las repreguntas.
- Involucra a la gente, a las personas. “Conocer es poder”
- Dirige a los trabajadores hacia los mismos objetivos:
- Enfoca a la empresa al cliente.
- Homogeneiza decisiones y las hace coherentes en el tiempo.
- Reduce dudas, alinea a las personas.
- El más importante: enfoca a la empresa hacia el valor.
Y ¿cómo podemos lograr derribar estos silos de información?
- Conocimiento de todas las áreas: de información de todas las áreas. De sus problemas.
- Datos compartidos.
- El cliente, lo más importante.
- Focalicemos en el valor.
- Capacidad de priorizar. No subrayemos todo el libro.
- Hablemos un idioma común: valor es lo que necesita el cliente y nos paga por ello. El resto es secundario.