A pesar de ser uno de los términos más estudiados y utilizados en el entorno empresarial, el concepto “estrategia” genera cierta resistencia y rechazo en determinadas organizaciones, quizás por lo grandilocuente del significado.
La estrategia es la forma (el medio) que utiliza una empresa para cumplir los objetivos (el fin) y hacer realidad la misión y visión de la empresa.
La estrategia empresarial contempla la estrategia corporativa: la definición de misión y visión del negocio (en qué dirección y cómo vamos a desarrollarnos) y la estrategia comercial/competitiva que marca la posición de la empresa respecto a sus competidores en los mercados elegidos (liderazgo en costes/diferenciación).
Todos ellos, aspectos que cualquier empresa, independiente de su tamaño y facturación, posee de forma más o menos explicita.

¿Cómo desmitificar el concepto de estrategia?
El origen de cualquier empresa requiere de la definición de una serie de elementos que definen su “estrategia”:
- Ámbitos: ¿dónde operar?: con qué productos, en qué mercados, en qué áreas,…
- Vehículos: ¿cómo llegaremos allí?: desarrollo internos, alianzas, adquisiciones,…
- Diferenciadores: ¿cómo ganaremos en el mercado?: imagen, calidad, estilo,…
- Fases: ¿cómo obtendremos ganancias?: costes mínimos, mejor calidad, mejor servicio,..
Si bien es cierto que muchas empresas pueden funcionar sin un enfoque deliberado de proceso estratégico, cuando la empresa pretende crecer o hacer frente de forma más sólida y profesional al entorno de mercado en el que opera, debe plantearse de forma intencionada dicho proceso de análisis y reflexión que le permita actuar con mayor firmeza y seguridad.
Dicho proceso requiere de revisar la misión y los objetivos de la empresa, realizar un análisis del entorno en el que opera y un análisis interno de los recursos y capacidades (análisis estratégico); esta fase le permitirá diseñar una serie de opciones “estratégicas” de acción (formulación estratégica) y su puesta en práctica ordenada (implantación estratégica).
Lo que es evidente es que las organizaciones que poseen un proceso formal de ejecución de la estrategia (medio para alcanzar los objetivos) demuestran resultados muy superiores que aquellas que no lo tienen.
Según Michael Porter, el 75% de las empresas carecen de estrategia y se limitan a copiar.
Entonces, ¿Cuál es tu realidad estratégica?