Recientemente en una empresa, planteando un cambio relevante en el modelo de gestión para lograr una mejora considerable de los resultados empresariales, el Director General me transmitió que para él había básicamente dos tipos de directivos, los que dicen lo que hay que hacer y los que realmente hacen las cosas…Claro, así a bote pronto, todos pensaríamos: Yo… Yo soy de los que hacen, pero… ¿Es realmente así? Tú… ¿De qué tipo eres?
Sin duda, en los tiempos que vivimos, si queremos realmente aportar valor y ser útiles sólo tenemos una opción: ser de los que actúan. Acción, reflexión, aprendizaje, ajuste y vuelta a la acción. Aprende rápido, decide rápido, falla rápido. Vivimos en un entorno de alta incertidumbre, un entorno volátil, impredecible… un entorno en el que sólo un proceso de permanente estado de mejora avanzada, de optimización y de adaptación puede permitir que podamos aprovechar las oportunidades que presenta el mercado a la vez que ajustarnos cuando sea requerido.
Las organizaciones debemos ser eficientes, flexibles, ágiles, y los procesos clásicos de mejora continua hoy dejan de tener sentido. Este actual ritmo frenético, de grandes y veloces cambios, de un entorno incierto, de relevantes impactos por parte de la tecnología en la sociedad,… nos exige ser mucho más ambiciosos y rápidos en la puesta en marcha de las nuevas formas de hacer de la organización. Redefinir procesos, funciones, responsabilidades,… implementarlas rápidamente, ponernos en marcha cuanto antes y aprender, pues como realmente aprendemos es haciendo; y.. una vez hecho, se hace necesario replantearse tanto lo que hacemos como el cómo lo hacemos. Ir ajustando el timón permanentemente sin perder el objetivo.
Además, las organizaciones hoy mas que nunca debemos ser capaces de potenciar en los equipos habilidades como la iniciativa y la creatividad. Despertar la pasión de las personas y conectarla con su quehacer en la empresa. Abolir las culturas que limitan la imaginación y dirigen a sus equipos en el deber de la obediencia, la diligencia o, como mucho, a la inteligencia de los equipos, ya que esto sólo llevará a la empresa a ser “la fábrica de velas más ordenada del cementerio”, en la que todo se haría de acuerdo a unos procedimientos que ya poco tendrían que ver con lo que realmente necesita el mercado.
[bctt tweet=»Observar las tendencias para alejarnos de lo tradicional, mirar mas allá y preguntarnos cómo todo esto que está empezando a suceder podrá terminar afectando a nuestra empresa.» username=»Improven»]
Ser capaces de empoderar a nuestros equipos para que puedan liderar procesos de mejora avanzada, dotándoles de un marco claro de actuación, explicándoles lo que la empresa quiere y porqué lo quiere, conectando a la organización con las necesidades reales de los clientes, entendiendo para qué se hacen las cosas, pues solo de este modo podrán tomar decisiones enfocadas y concretas que nos lleven a ser mejores.
Enfocar todo el talento de la organización al logro, enfocar a una organización unida que trabaje en equipo a la consecución de los resultados empresariales es la única manera de conseguir unos resultados sólidos y excepcionales que permitan a la empresa situarse en un estado permanente de adaptabilidad a los cambios del entorno.
Por último, debemos poner en marcha un «Observar las tendencias para alejarnos de lo tradicional, mirar mas allá y preguntarnos cómo todo esto que está empezando a suceder podrá terminar afectando a nuestra empresa.» proceso sistematizado de observatorio de tendencias que nos permita a las compañías detectar cambios más allá de nuestras fronteras: el canal en el que operamos, quienes son nuestros competidores, quienes los usuarios del producto/servicio en cuestión…
Y tu… ¿Haces que las cosas ocurran?