En la actualidad, cada vez son más las empresas que muestran un gran interés por garantizar la calidad en sus operaciones. Este aspecto se ha vuelto de vital importancia para su éxito, dado que los consumidores se vuelven cada vez más rigurosos y se informan detalladamente antes de tomar decisiones.
La relevancia de la calidad radica en la capacidad que tiene para distinguir a las empresas de sus competidores, al ofrecer productos o servicios con un mayor valor agregado, lo cual contribuye a mejorar la satisfacción y fidelidad de los clientes.
Como resultado, la empresa obtiene mayores beneficios.
En este sentido, es esencial que las empresas dediquen especial atención a asegurar tanto la calidad de sus productos y servicios como la calidad de su proceso de fabricación, considerando de manera integral el impacto ambiental y social que se genera.
Esto requiere la implementación de un sistema de gestión de calidad que no solo se centre en el producto final, sino que también evalúe y mejore constantemente los procesos de la compañía, consiguiendo además reducir el impacto en el entorno promoviendo prácticas socialmente responsables.
Para ello, es necesario que todos los empleados se comprometan activamente en la implementación y supervisión de estas prácticas, impulsando la excelencia en todas las áreas de la empresa.
¿Qué es la gestión de calidad?
La gestión de calidad es un concepto estratégico fundamental para asegurar la continuidad de un negocio.
Debe ser concebida como una poderosa herramienta estratégica que guía y supervisa todos los procesos organizacionales, tales como las finanzas, los datos y la productividad, entre otros.
Su propósito es fomentar una visión global y sistémica de la empresa a través de diversas prácticas, conceptos y tecnologías.
De esta manera, se logran asegurar mejoras internas y una mayor satisfacción al cumplir con las demandas de los clientes, ya que facilita una evaluación completa de las expectativas del mercado.
Orígenes de la gestión de calidad.
Los orígenes de la gestión de calidad, se remontan a la década de 1920 en los Estados Unidos, cuando el estadístico Walter Andrew Shewhart ideó el método de Control Estadístico de Proceso (CEP).
Fue en el año de 1933, cuando Shewhard, aplicó el concepto de control estadístico de proceso por primera vez enfocado a la industria; su objetivo era mejorar en términos de costo-beneficio las líneas de producción.
Como resultado de esto fue el uso de la estadística de manera aplicada para elevar la productividad y disminuir los errores, estableciendo un análisis específico del origen de las mermas, con la intención de elevar la productividad y la calidad.
Es decir, este sistema fue creado para evaluar las variables que impactaban en la producción de bienes y servicios, permitiendo establecer acciones correctivas precisas.
Además, Shewhart fue el pionero del ciclo PDCA (Planificar, Hacer, Verificar, Actuar, o por sus siglas en inglés: Plan, Do, Check, Action), que aún en la actualidad es ampliamente empleado por numerosas empresas.
Japón también realizó contribuciones fundamentales para mejorar la gestión de calidad al introducir el concepto de procesos preventivos.
En lugar de simplemente detectar piezas defectuosas, se enfocaron en hallar soluciones que evitaran la aparición de fallos, sentando así las bases del concepto de gestión de calidad total.
Fundamentos de la gestión de calidad.
Los fundamentos de la gestión de calidad representan una filosofía centrada en la mejora continua de productos, servicios y procesos.
Se trata de un enfoque sistemático que busca elevar la calidad desde la etapa de diseño hasta la entrega al cliente. Este propósito se materializa a través de herramientas y técnicas de gestión de calidad:
- Control de la calidad.
- Entendimiento del problema raíz.
- Planteamiento de la solución.
- Comprobación.
Para implementar estos principios, la gestión de calidad se basa en siete pilares fundamentales que sustentarán el éxito en su aplicación en las empresas.
1. Enfoque en el Cliente
El corazón de la gestión de calidad se enfoca primordialmente en la satisfacción del cliente, con el objetivo de superar sus expectativas y proporcionar productos y servicios de excelencia.
Es esencial trabajar con retroalimentación constante y respuestas ágiles para lograr este propósito.
2. Liderazgo Proactivo
Los líderes empresariales deben actuar de manera proactiva, basándose en datos certeros para anticipar posibles problemas y ofrecer soluciones de manera oportuna.
Asimismo, tienen la responsabilidad de fomentar una cultura de calidad en toda la organización, transformando el pensamiento del equipo en el caso de ser preciso.
3. Compromiso del Personal
La participación activa del personal en la toma de decisiones y la comprensión de los parámetros de control son fundamentales.
Un buen coordinador o gerente involucra a los profesionales en el establecimiento de objetivos y demuestra cómo los estándares de calidad influyen en la práctica diaria.
4. Gestión basada en procesos
Realizar un análisis detallado de los procesos empresariales y entenderlos en su totalidad ayuda a identificar posibles cuellos de botella y áreas de mejora.
Adoptar un enfoque basado en procesos facilita la replicación de patrones exitosos y mejora la trazabilidad.
5. Mejora continua
La optimización de los procesos dentro de la empresa debe ser un esfuerzo constante y diario.
La implementación de nuevas rutinas, el uso de software de gestión moderno y la capacitación del equipo son factores clave para promover la mejora continua.
6. Toma de decisiones basada en datos
Esto significa que cualquier decisión relevante debe estar respaldada por información sólida, recopilada a través de investigaciones, análisis y reportes sistemáticos.
7. Gestión de relaciones
Finalmente, y sabemos que algo evidente, es de suma importancia cuidar las relaciones con socios, empleados, proveedores y clientes.
Un manejo adecuado de las relaciones es esencial para lograr un crecimiento saludable y sostenible de la empresa.
Mantener una comunicación abierta y una cooperación efectiva con todas las partes interesadas contribuye al éxito y la calidad del negocio.
Calidad en las empresas: políticas de calidad y certificaciones ISO
Se ha demostrado que las empresas que cuentan con un sólido sistema de calidad obtienen mejores resultados, ya que esto les permite reducir errores y mejorar la eficiencia en sus operaciones.
Por lo que es aconsejable decantarse por implementar alguna de las diversas políticas de calidad existentes en la actualidad.
Sin embargo, solemos encontrarnos que en la mayoría de las pymes del tejido industrial español no se trabaja con ninguna de las anteriores.
Para demostrar que la compañía cuenta con una correcta gestión de la calidad, muchas compañías obtienen certificaciones ISO, que implica cumplir con un conjunto de normas establecidas por la Organización Internacional de Estandarización.
La obtención de una certificación ISO representa uno de los requisitos más relevantes para numerosas empresas, pero el objetivo no debería ser la consecución en sí, sino más bien, garantizar que la empresa realmente adopta el enfoque y por lo tanto, genera un impacto positivo sobre los resultados.
Dificultades en la gestión de calidad de empresas
Los inconvenientes frecuentes en la gestión de calidad de las empresas pueden atribuirse principalmente a:
- La carencia de una cultura arraigada en la calidad.
- La falta de un liderazgo comprometido con la excelencia en la calidad.
- La ausencia de un enfoque sistemático para la gestión de los procesos.
- La escasez de recursos o las restricciones impuestas por el contexto.
Otros problemas pueden venir de:
- La falta de orientación al cliente.
- La ausencia de una cultura de mejora continua.
- Una deficiente comunicación.
- La falta de medidas de control adecuadas.
- La insuficiente capacitación del personal.
Es de suma importancia que las empresas sean capaces de reconocer, identificar y abordar estos problemas de manera proactiva desde el principio.
Porque al identificar y resolver estos obstáculos, se sentarán las bases para un sistema de gestión de calidad sólido y efectivo.
La dedicación a establecer una cultura de calidad, el liderazgo comprometido, un enfoque sistemático en los procesos y la asignación adecuada de recursos son aspectos clave para superar estos desafíos.
Con una atención constante a mejorar y evolucionar, las organizaciones pueden encaminarse hacia un futuro más eficiente, competitivo y enfocado en la satisfacción del cliente.